Creer significa tener una seguridad absoluta acerca de alguna cosa, es considerar una cosa como verdad absoluta, es dar por cierto una cosa aún que los otros duden. Cuando una persona dice: ¡Yo lo creo! Ella esta diciendo que algo es evidente, por eso no cabe duda.
Creer en Dios es ver lo invisible como algo evidente,
es obedecer su palabra y no se preocupar con la opinión de otras personas. A
veces me quedo preguntando: ¿Será que las personas creen en el infierno? Uno
vez un hombre que venia con su esposa a la iglesia, pero no creía y aún se
burlaba de muchas cosas. Hasta que un día después de salir de un fiesta con los
amigos donde había tomado. Él tuvo un accidente y fue en estado grave para el
hospital, donde estuvo en coma por una semana. Cuando él despertó era otro
hombre, luego se bautizo y pasó a llevar las cosas de Dios en serio. Cuando le
pregunte lo que sucedió, él dijo que su entrega y conversión a Dios fue basada
en una experiencia que él tuvo durante los días que estuvo en coma en el
hospital. Él no supo decir si fue sueño o una realidad, cuando los demonios
vinieron a buscarlo para llevarlo al infierno. No voy a entrar en muchos detalles
acerca de esto, pero yo se que después de lo que sucedió, él nunca mas fue el
mismo. Después que él me contó su historia yo quede imaginando, que la creencia
de muchos en Dios iba ser diferente si solamente ellas pudiesen pasar unos
minutos en el infierno.
¿Sería posible alguien buscar a Dios y dudar al
mismo tiempo? ¡Infelizmente si! La primera cosa que tiene que suceder cuando
alguien se acerca de Dios es eliminar todo tipo de duda. Claro que eliminar las
dudas parece una tarea imposible cuando uno intenta por sus propias fuerzas,
pero cuando uno busca el auxilio del Espíritu Santo todo se queda tan fácil.
Ejemplo de incredulidad: “Una vez un señor dio su testimonio en el altar de la
iglesia, él habló de cómo era su vida antes de conocer de Dios y como el Señor
trasformó su vida. Cuando terminó el servicio él fué para su casa, pero él
percibió que una persona le estaba siguiendo, cuando él paró su carro la señora
que le estaba siguiendo paró también su carro y le dijo: Yo vine a ver se era
verdad lo que usted dijo en el servicio”. Este tipo de incredulidad se
manifiesta de diferentes maneras adentro de la iglesia. La palabra de Dios dice: “Mirad,
hermanos, que ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo”. (Hebreos 3:12)
Creer en Dios es como un matrimonio, es un
compromiso que permanece mismo delante de los desafíos y perdidas. Creer en
Dios es completamente distinto de experimentar. Experimentar es cuando yo no
estoy seguro de que va funcionar, es realizar experimentos con alguien o algo,
es percibir momentáneamente una sensación o sentimiento. Creer es uno seguir
adelante mismo cuando hay espinas, es insistir en una cosa aún que otras
personas venga desistir.
El problema no esta apenas en la falta de creencia,
sino en la dificultad de uno reconocer
su incredulidad. Así como una persona que no reconoce su enfermedad no puede
ser sana. Aquel que no reconoce su falta de fe no puede ser libre de la incredulidad.
La palabra de Dios habla acerca de un padre que vino hasta Jesús diciendo:
“Maestro,
traje á ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, El cual, donde quiera que le toma, le
despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á
tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel!
¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo vosotros sufriréis? Traédmele.
Y se le trajeron: y como le vió, luego el
espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há
que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño: Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo
misericordia de nosotros. Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es
posible. Y luego el padre del
muchacho dijo clamando: Creo, pero ayúdame en mi incredulidad. Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba,
reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él. (Marcos
9:17-25)
Ahora hablemos de los
torcedores que creen en sus equipos, ellos viven su deporte como nadie más: se
emocionan, gritan, pelean por su equipo, lloran, ríen, , ellos hacen todo por
su equipo y si su equipo pierde no cambian por otro. Son los que se encuentran
en cada torneo o juego que se lleve a cabo, se presentan en los estadios
llenándolos por completo y trayendo consigo amigos, familiares, vecinos y quien
esté dispuesto a torcer por su equipo. Hacen tatuajes en su cuerpos con el
nombre de su equipo, compran camisetas, banderas y todo aquello que encuentren
en su camino. Ellos entregan el corazón a su equipo. (El corazón del
hombre necesita creer algo, y creen en mentiras cuando no encuentran verdades
en que creer) Algunos hasta puede
referirse a ellos como torcedores fanáticos, pero imagínese en la iglesia si
todos estuviesen dispuestos a hacer lo mismo por el Señor Jesucristo.
Sacrificar sus vidas en favor del evangelio. El problema es que muchos no
creen, algunos dicen que si, pero sus actitudes muestran que no. La iglesia
esta llena de personas viviendo la verdad como se fuera mentira, pero el mundo
esta lleno de personas dando la vida por sus falsas creencias.
Toda grandeza del ser humano esta en la acción. Por
eso, como podemos decir que creemos en un Dios tan Grande y nuestras actitudes
no reflejar esa creencia. Cuando el discípulo
Tomás, dudó que Jesús resucitara de los muertos, Cristo se le apareció y le
dijo: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos;
y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. (Juan
20.27) Vamos ahora a mirar para la vida de los Hombres y
Mujeres de Dios del pasado. ¿Ellos fueron creyentes a causa de confesar a Dios
como Señor de sus vidas o por causa de sus actitudes? Si yo confieso al Señor
Jesucristo pero no me comprometo a hacer su voluntad, entonces mi creencia en Él
no es verdadera.
“La persona que se acerca de Dios debe creer
que Él existe”. (Hebreos 11:6)
“Jesucristo dijo que aquel que cree en Él tendrá
la vida eterna”. (Juan 3:15)
“Todo aquel que en Él creyere, no será
avergonzado”. (Romanos 10:11)
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿ Y
sobre quién se ha manifestado el brazo del Señor? (Isaías 53:1)
“Y Jesucristo le dijo: Si puedes creer, al
que cree todo es posible”. (Marcos 9:23)
“El que cree en mí, como dice la Escritura,
ríos de agua viva correrán de Su interior”. (Juan 7:38)
Creer en una causa significa estar dispuesto a
sacrificarse por ella, dar la sangre, a veces hasta la vida. Unos días atrás yo
estaba caminando en Washington DC, cuando yo mire un grupo de personas haciendo
una manifestación. Ellos estaban haciendo una protesta, pero con una falta de
animo y sin ninguna pasión. Yo mire que los que estaban asegurando el cartel
estaban sentados, no estaban gritando, no tenían ninguna emoción. La impresión
que yo tuvo es que estaban haciendo por hacer. Yo creo que Dios tiene la misma
impresión acerca de muchos que están en la iglesia, que hacen la cosas porque
alguien le dijo que hiciera, pero no porque de verdad creen.
La creencia en Dios nos es una cosa que uno puede
lograr por sus méritos. Cuando Jesús pregunto a sus discípulos:¿Quién dicen los
hombres que Soy? Ellos dijeron: Algunos
dicen ser Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros; Jeremías, ó alguno de los
profetas. Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Y respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces,
respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas
mi Padre que está en los cielos (Mateo 16:13-17) Sea humilde y
pida a Dios, pues solamente Él es quien puede revelar y enseñar a uno a creer
de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario